La Temperatura Media Global de la superficie Sube
En 140 años de experiencia con los problemas delcambio climático, no hemos aprendido la lección
Apenas comienza el año 2010, la zona altoandina del sur peruano vuelve a ser castigada por la furia climatológica. En muy corto tiempo suceden calamidades, la penúltima fue el friaje de setiembre del año pasado.
La posibilidad de nuevas calamidades debido a la creciente polución que causa el calentamiento global, se sabía, lo que está en la incertidumbre ahora es saber si el Gobierno Peruano va a tomar con responsabilidad el problema.
Los gastos para paliar los daños que inflingen las catástrofes naturales, cuestan muchos millones de dólares, y eso es lo que no le gusta al Gobierno, pues al no cobrar los impuestos completos a las grandes corporaciones mineras, siempre está falto de liquidez para socorrer a las víctimas que en su mayoría son de los más pobres.
A la ministra de Economía no le gusta que le desarreglen las cuentas porque así como están se ven bonitas: harto superávit, y si se gastaran se desmoronaría el exitismo macroeconómico.
Lo que quiere decir que en el Perú no estamos afrontando el problema, ni se ha aprendido la lección de la historia con respecto a la polución y al calentamiento global, y parece que en el mundo entero tampoco.
Las sequías e inundaciones no son cosa nueva, vienen desde hace miles de años. Ya la Biblia nos narra en varios capítulos, historias de hambre debido a anomalías del clima. Uno de esos capítulos, el más humano, que nos da una lección de amor filial, está en el Libro de Rut. En esta dramática historia la moabita Rut acompaña a su vieja suegra Noemí que regresa a Belén del cual había salido muchos años antes con su familia por motivo de una prolongada sequía. Al llegar a Belén, y no tener cosechas, Rut tiene que ir a espigar1 tras los segadores en los sembríos de uno de los parientes de Noemí para conseguir algo de comer. Es allí donde Rut conoce al hombre con el que se casaría y tendría a Obed, que sería el abuelo del rey David, tronco del cual descendería Jesús.
Desde la época de Rut y Jesús ha transcurrido mucho tiempo. Han sucedido tantas sequías e inundaciones, cada vez peores, debido a la industrialización de países europeos y el pujante Estados Unidos de América en el siglo XIX. En 1861 se empezó a medir y controlar la temperatura ambiental científicamente, y en forma periódica. Desde ese año, (1861, hasta 1986), la temperatura media global de la superficie, ha subido casi 5 décimas de grado, siendo los años más graves los posteriores a 1985. (Ver cuadro en parte superior).
Y desde 1989 hasta hoy ¿cuántas décimas más habrá subido en la media global de temperatura? Eso es tema para otro artículo. Pero la respuesta es harto conocida, los señores que están en el Gobierno, también la conocen y deben tener planes de contingencia al respecto. Su labor principal es proteger a la población que los eligió para gobernar el país, no se les eligió para proteger a corporaciones multinacionales que por unos pocos dólares que pagan, se les permite destruir los ecosistemas que dan vida a gente del campo. Los campesinos son expulsados de sus tierras, y se ven empujados a migrar hacia las ciudades en las que hay que darles agua, luz, colegios, hospitales, cementerios, más policías para cuidar el orden, y más cárceles porque la criminalidad aumenta.
¿Cuantos hectáreas de sembríos se han malogrado con esta última inundación en departamentos del sur del Perú? Según Carlos Castro, en su columna del diario República (31/01/10), se han perdido 17 mil hectáreas de terrenos cultivados; en otras noticias nos enteramos que también hay cerca de 3000 camélidos (llamas, alpacas, vicuñas) muertos, toda una catástrofe. La esperanza que queda es que el Gobierno cobre todos los impuestos a las corporaciones multinacionales que se llevan los minerales y dejan los escombros, solo así se podrá financiar los gastos en rehabilitar las tierras dañadas. Esta es la verdadera globalización y hay que aprender a vivir con ella. La diferencia con las sequías de tiempos de Rut es que por esa época todo era local, y seguramente ni conocían la palabra globalización.
Nota 1La posibilidad de nuevas calamidades debido a la creciente polución que causa el calentamiento global, se sabía, lo que está en la incertidumbre ahora es saber si el Gobierno Peruano va a tomar con responsabilidad el problema.
Los gastos para paliar los daños que inflingen las catástrofes naturales, cuestan muchos millones de dólares, y eso es lo que no le gusta al Gobierno, pues al no cobrar los impuestos completos a las grandes corporaciones mineras, siempre está falto de liquidez para socorrer a las víctimas que en su mayoría son de los más pobres.
A la ministra de Economía no le gusta que le desarreglen las cuentas porque así como están se ven bonitas: harto superávit, y si se gastaran se desmoronaría el exitismo macroeconómico.
Lo que quiere decir que en el Perú no estamos afrontando el problema, ni se ha aprendido la lección de la historia con respecto a la polución y al calentamiento global, y parece que en el mundo entero tampoco.
Las sequías e inundaciones no son cosa nueva, vienen desde hace miles de años. Ya la Biblia nos narra en varios capítulos, historias de hambre debido a anomalías del clima. Uno de esos capítulos, el más humano, que nos da una lección de amor filial, está en el Libro de Rut. En esta dramática historia la moabita Rut acompaña a su vieja suegra Noemí que regresa a Belén del cual había salido muchos años antes con su familia por motivo de una prolongada sequía. Al llegar a Belén, y no tener cosechas, Rut tiene que ir a espigar1 tras los segadores en los sembríos de uno de los parientes de Noemí para conseguir algo de comer. Es allí donde Rut conoce al hombre con el que se casaría y tendría a Obed, que sería el abuelo del rey David, tronco del cual descendería Jesús.
Desde la época de Rut y Jesús ha transcurrido mucho tiempo. Han sucedido tantas sequías e inundaciones, cada vez peores, debido a la industrialización de países europeos y el pujante Estados Unidos de América en el siglo XIX. En 1861 se empezó a medir y controlar la temperatura ambiental científicamente, y en forma periódica. Desde ese año, (1861, hasta 1986), la temperatura media global de la superficie, ha subido casi 5 décimas de grado, siendo los años más graves los posteriores a 1985. (Ver cuadro en parte superior).
Y desde 1989 hasta hoy ¿cuántas décimas más habrá subido en la media global de temperatura? Eso es tema para otro artículo. Pero la respuesta es harto conocida, los señores que están en el Gobierno, también la conocen y deben tener planes de contingencia al respecto. Su labor principal es proteger a la población que los eligió para gobernar el país, no se les eligió para proteger a corporaciones multinacionales que por unos pocos dólares que pagan, se les permite destruir los ecosistemas que dan vida a gente del campo. Los campesinos son expulsados de sus tierras, y se ven empujados a migrar hacia las ciudades en las que hay que darles agua, luz, colegios, hospitales, cementerios, más policías para cuidar el orden, y más cárceles porque la criminalidad aumenta.
¿Cuantos hectáreas de sembríos se han malogrado con esta última inundación en departamentos del sur del Perú? Según Carlos Castro, en su columna del diario República (31/01/10), se han perdido 17 mil hectáreas de terrenos cultivados; en otras noticias nos enteramos que también hay cerca de 3000 camélidos (llamas, alpacas, vicuñas) muertos, toda una catástrofe. La esperanza que queda es que el Gobierno cobre todos los impuestos a las corporaciones multinacionales que se llevan los minerales y dejan los escombros, solo así se podrá financiar los gastos en rehabilitar las tierras dañadas. Esta es la verdadera globalización y hay que aprender a vivir con ella. La diferencia con las sequías de tiempos de Rut es que por esa época todo era local, y seguramente ni conocían la palabra globalización.
El espigado en tiempos de Rut, fue una práctica ordenada por Dios para favorecer a los pobres.